En su última presentación en casa por el Brasileirão, Cruzeiro igualó 2-2 frente a Botafogo en el estadio Mineirão. Si bien el resultado no influye directamente en las posiciones finales, ofrece un valioso análisis táctico para la próxima semifinal de Copa do Brasil contra Corinthians.
Con Flamengo ya coronado campeón, el objetivo para Cruzeiro era mantener la opción de asegurar el segundo lugar, que aseguraría un mayor premio económico. Para el técnico Leonardo Jardim, este partido representaba una última oportunidad para afinar detalles en un colectivo que fue consistente durante toda la temporada.
Desde el inicio, Cruzeiro desplegó su característico estilo de presión alta, limitando la posesión del rival y buscando verticalidad en sus ataques. La jugada que abrió el marcador fue una colaboración entre Villalba, Sinisterra, Matheus Pereira y Kaiki, culminando en un gol de Christian que reflejaba la buena sincronización del equipo a ese momento.
El rival buscaba contragolpes, pero Cruzeiro mantenía un repliegue ordenado, con pocas ocasiones claras para Botafogo. Durante la primera mitad, el portero Cássio realizó apenas una intervención tras un remate de Arthur originado en un pase largo.
Entre el minuto 60 y 70, Cruzeiro retomó el nivel demostrado a lo largo del certamen, con aportes destacados de Fabrício Bruno, Kaiki, Lucas Silva, Christian y Matheus Pereira. Este último anotó el segundo gol al iniciar el segundo tiempo tras una rápida transición comandada por Kaio Jorge.
Parecía que el partido estaba sentenciado, pero la lamentable pérdida de concentración del equipo, quizás por la confianza de un marcador cómodo, cambió el rumbo. Matheus Pereira perdió la pelota en un intento de regate dentro del área, permitiendo que Marçal descontara para Botafogo, motivando un cambio total en el juego.
Botafogo presionó con más intensidad, generando muchos centros y aprovechando el desgaste del rival. Aunque las chances de gol claras fueron escasas, uno de estos llevó al penal que Alex Telles transformó en gol durante el tiempo agregado para sellar la igualdad.
El segundo tiempo mostró pocas opciones de peligro, más allá del gol y una ocasión sin ángulo de Eduardo. La falta de profundidad y control resultó alarmante para un equipo con capacidad de administrar mejor el ritmo.
Esta tercera igualdad consecutiva en el Brasileirão no compromete la posición de Cruzeiro, pero deja una lección clara: la importancia de sostener el nivel colectivo y la concentración durante los 180 minutos que exige una semifinal. Leonardo Jardim deberá trabajar intensamente para mantener esta consistencia, evitando lapsos que puedan costar eliminaciones, especialmente frente a rivales como Corinthians, que prometen no perdonar errores.
Así, el empate sirve tanto como ejemplo a corregir como reflejo de la fortaleza mostrada, de cara a un desafío decisivo que puede definir el rumbo del año para Cruzeiro.
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